El maíz constituye, el
alimento fundamental en el país de México. El cultivo de esta planta no es
únicamente una actividad económica si no que
su importancia radica en que es un modo de vida y se entiende de esta
forma debido a que personas basan como principal fuente de alimento el
autoconsumo del maíz.
El maíz tiene muchos usos y
sus productos secundarios son más numerosos aún. En México se consume
principalmente en forma de tortillas, tamales, pozole, pinole ya sea tostado o
pulverizado, atole, esquites, tlazcales etc.
La planta del maíz no solo
implica la utilización de esta semilla o granos, si no que todo en su conjunto
de esta planta es de gran utilidad, pues como ya se dijo el maíz nos sirve como
alimento, pero la hoja que envuelve a la
mazorca también es utilizada para envolver a los tamales, el sácate que se obtiene
una vez que se ha cosechado la milpa sirve como alimento para los animales como
el ganado bovino o vacuno. Una vez que se ha cortado la mazorca y que el maíz
se ha desgranado, el olote que es donde se encontraban incrustados los granos
del maíz, es utilizado como combustible para quemar, equivalente a la utilización de madera.
Todo ello nos permite apreciar
que esta planta es de las más rentables pues nada de ella se desperdicia.
Las personas originarias de
las comunidades de Santa Juana Primera Sección y de Mina México, piensan, creen
y basan gran parte de su vida en que es indescriptible la sensación que da el comer un
alimento que con tus propias manos
ayudaste a que creciera, cooperaste con la tierra y ella hizo el resto. Dando
satisfacción a todo el esfuerzo que se realizo durante todo el ciclo agrícola y
que tendrá como objetivo el dar un valioso alimento, como lo es el maíz.1
Fig. 1. Maíz |
1 Entrevista realizada al señor Joaquín
Sánchez Medina de 65 años de edad, originario del pueblo de Santa Juana Primera
Sección.
Antecedentes históricos del maíz
El maíz más antiguo, nativo de
Mesoamérica, se conoce por las excavaciones hechas en Tehuacán, estado de
puebla. Este Teosintle, el pariente o precursor del maíz cultivado, el Zea
mays, puede tener una antigüedad de 9000 años, mientras que la especie
cultivada, de la que anteriormente se creía databa de hace 7000 años, se ha
fechado recientemente en 4500 años.1
A lo largo de las deidades que
reflejan la veneración que las culturas mesoamericanas tenían por el maíz, se
le ha representado a esta planta con el cuerpo femenino y masculino, aunque el
maíz tenía más personalidades. Un ejemplo de esta representación del maíz
divinizado en su forma masculina es la
deidad Tlazopilli-Cinetéotl o el de la personificación del maíz tierno y joven,
en la deidad de Xilonen.2
En México se honraba a la fertilidad
de la tierra y los mantenimientos, vistos en la personificación de los
alimentos que la gente necesitaba, incluyendo el agua que hace crecer las
plantas en distintas épocas del año, de acuerdo con el ciclo de sembrar, crecer
y cosechar.
Otro ejemplo de un hecho histórico que
nos habla de la producción de maíz, es la manera en que se cultivaba en
chinampas, pues era una forma muy productiva pues se plantaba y se cosechaba
más de una vez al año.
Una expresión más de la importancia
que tenía el maíz para las culturas mesoamericanas es la que se hace en el
conocido relato del Popol Vuh, en la que nos dice que el cuerpo de los humanos
también se hizo de maíz. Pues el relato nos dice que cuando los dioses
decidieron crear a las personas, como materia prima les falló la arcilla y la
madera, pero el maíz cumplió con su tarea al convertirse en los primeros
humanos inteligentes.
El maíz es el fundamento energético de
las culturas antiguas de Mesoamérica, que dio sostén a la mayoría de ellas, que
habitaron estas tierras e ahí la importancia de esta planta tan importante y
tan venerada.
1 González
Torres, Yolotl (2001), Animales y planta en la cosmovisión mesoamericana,
Plaza y Valdés-Instituto Nacional de Antropología e Historia-Sociedad Mexicana
para el estudio de las Religiones, México, pp. 19-24.
2 González Torres, Yolotl (2001), Animales y planta en la cosmovisión mesoamericana, Plaza y Valdés-Instituto Nacional de Antropología e Historia-Sociedad Mexicana para el estudio de las Religiones, México, pp. 25-27.
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